La espontaneidad es la habilidad de ser natural, de estar libre de condicionantes externos, se trata de la capacidad de actuar, en base a criterios propios, no mediada por normas sociales establecidas.
Está relacionada con las habilidades sociales, con la creatividad, con la flexibilidad mental, con la autoestima, y con el equilibrio resultante de la correcta gestión emocional. Por tanto, es fácil intuir que, estamos ante un constructo que bien desarrollado, nos va a aportar muchas ventajas, en definitiva, va a mejorar nuestra calidad de vida.
El psicólogo Abraham Maslow con su pirámide o jerarquía de las necesidades humanas, ya en 1943, habló de la creatividad y de la espontaneidad cómo algunas de las características que posee la persona autorrealizada, es decir en la cúspide de su desarrollo.
Por contra, la falta de espontaneidad , la reiteración de rutinas, el acartonamiento de los quehaceres diarios, el no realizar actividades creativas, puede llevar a la persona, a una sensación de carencia de sentido de la vida, a verse desorientada, sin objetivos.
¿Qué puede hacer la psicología?
Yo diría, que es contradictorio e incluso, contraproducente, intentar aumentar la espontaneidad en sí misma, está en su naturaleza surgir a medida que nos enfocamos en mejorar otros aspectos . En terapia, cuando trabajamos la autoestima, el autocuidado, el manejo de las emociones, y empleamos técnicas cómo la reestructuración cognitiva para disminuir la rigidez mental, la espontaneidad tiende a crecer. Ésta mana del bienestar emocional, es una consecuencia de él.
Estamos viviendo un momento en que, el control de las medidas restrictivas para contener el Covid 19, genera mucha tensión a nivel individual y social. Es por ello que resulta necesario en muchos casos, acudir a terapia de la mano de un psicólogo que sepa guiarnos para acrecentar la espontaneidad y contrarrestar el encorsetamiento de la situación actual.
Parece evidente lo ventajoso que puede resultar fomentar la capacidad que nos ocupa, ahora bien, nada en exceso es beneficioso. Llevado al extremo, puede llevarnos a un problema con la responsabilidad, una regresión a etapas infantiles. Liberemos también del » tú todo lo puedes» que tan en boga está. No, aunque te empeñes, no vas a poder volar aleteando con tus brazos, pero sí, vas a poder buscar medios externos para hacerlo, o bien, saber gestionar la frustración que te genere no poder hacerlo por ti mismo.
Y tú, ¿cuánto hace que no bailas de forma natural, que no abrazas de forma inesperada, que no entablas una conversación con un desconocido?