En los últimos años, afortunadamente, hemos dejado de oír y leer tantas veces la palabra control, de los impulsos, de la ira..para recibir en muchas más ocasiones el término gestión. Digo afortunadamente, puesto que en mi opinión, el paso de un concepto a otro conlleva un cambio sustancial.
En la actualidad se habla mucho de gestión, emocional principalmente. Esta substitución léxica implica muchas modificaciones en el modo de interpretar la psicología, actos , pensamientos y emociones. Es cómo si, sólo por nombrar la palabra gestión en lugar de control, hubiéramos bajado un poco el fuego de la olla a presión. También cuando se hace referencia al manejo de las emociones, la persona puede sentir que tiene las habilidades suficientes para emplear la información que nos aporta la emoción, sin necesidad de coartarla. La gestión implica administración y dirección. El control es una forma de fiscalización.
Cuando nos referimos, por ejemplo, a control de la ira, es fácil relacionarla con una emoción negativa, que hay que mantener tapada, escondida, o mejor simplemente, no sentirla. En estos casos, suele aparecer en forma de otra emoción más permitida en nuestro entorno, o bien con algún síntoma somático, es decir el cuerpo expresa lo que callamos.
Sin embargo, si trabajamos en la gestión de esa ira, podemos sentir que la rabia es, cómo el resto de emociones, necesaria e indicadora de qué algo hay que observar, ¿qué me está provocando ese enfado? ¿me recuerda a situaciones pasadas? éstas y otras preguntas pueden darnos mucha información sobre nosotros mismos, es decir autoconocimento.
Podemos aplicarlo a otras emociones cómo el miedo o la tristeza, y a subtipos cómo asco, vergüenza..De la mano de un psicólogo, podemos encontrar varias herramientas para entender, canalizar, aceptar, transformar, la rabia, o la emoción que, mal gestionada, está mermando nuestra calidad de vida.
La psicología ofrece estrategias para facilitar el proceso de gestión emocional para que, en épocas cómo la actual , seamos capaces de regular lo que sentimos y por ende, nuestra vida. Y tú, qué prefieres controlar o gestionar?